Reflexología: tradición y vanguardia

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Al este del mapamundi, las antiguas civilizaciones descubrieron una rara conexión entre algunos puntos de nuestro cuerpo, el alivio del dolor físico y la tranquilidad emocional. Descubre con nosotros los beneficios de esta terapia.

Las vías que comunican el ser humano mediante el sistema nervioso y hacen de este una totalidad son a día de hoy todavía un misterio, aunque la ciencia trabaje día sí, y día también incesantemente para esclarecerlo. La terapia reflexológica, sin embargo, brinda un poco de luz al tema, ofreciendo a sus pacientes relajación y salud. Esta milenaria técnica consiste en la manipulación de distintas partes del cuerpo humano con la intención de crear un efecto, bien sea aliviar un dolor o mejorar su capacidad de sanación, en otra área u órgano.

Os explicamos todo lo que debéis saber de esta beneficiosa práctica.

La historia de una práctica milenaria

La reflexología data de hace, por lo menos, 4.000 años. Unos de los primeros registros que ponen en la palestra a la terapia de zonas reflejas por sus beneficios para la salud, se encuentran en la tumba del médico egipcio Ankmahor. En las paredes de su mausoleo hay grabados unos jeroglíficos en los que aparecen dos pacientes siendo masajeados por otras dos personas en pies y manos.

También encontramos evidencias del uso de la reflexología en el Canon del Emperador Amarillo: Este texto documenta las primeras discusiones sobre la efectividad de la terapia entre los expertos médicos de la familia imperial. El desarrollo de la reflexología está tremendamente relacionada con la acupresión y la acupuntura, pero ¿Qué principios la rigen?

La medicina china tradicional nos ofrece una respuesta. La energía vital o qi es la virtud inherente de todo ser humano y viaja por nuestro cuerpo de forma incesante. Este qi en algunas ocasiones se queda estancado en algún punto del cuerpo y según la superstición oriental, puede causar enfermedades tales como la lumbalgia o el insomnio. La reflexología explica que hay puntos en manos, pies, orejas y rostro que podemos manipular para deshacernos de este mal. La estimulación de esos puntos mantendrá el qi en un flujo regular constante y ayudará a que la energía no quede estancada por el bien de nuestra salud.

Su llegada a occidente

La reflexología es una práctica tremendamente arraigada en los países orientales tales como China, India, Malasia y Tailandia por los indudables beneficios que la convirtieron en oriente en la base de su conocimiento médico, pero no llegó a occidente hasta que el viajero y mercader florentino Marco Polo (1254-1324) trajo desde el gran país imperial un libro sobre estos masajes. La historia de esta práctica en occidente continúa con el famoso caso del pintor y escultor Benvenuto Cellini (1500- 1571). El discípulo de Miguel Ángel aplicaba grandes pesos y presiones sobre sus manos y sus pies porque era la única cosa que conseguía calmar los dolores tan fuertes que sufría.

Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX cuando la ciencia se hizo eco de las ventajas que esta tradición tenía sobre las dolencias de los pacientes. La superstición asiática del qi y el flujo de energía empezó a ganar base científica gracias a la investigación de unos pioneros.

El Dr. William Fitzgerald (1872-1942) fue el impulsor de la investigación sobre la relación de puntos del cuerpo especialmente sensibles y su relación con la disminución de los dolores en otras zonas del cuerpo. El resultado del estudio que llevó a cabo se denominó “Terapia de zonas reflejas”, lo que más tarde se denominó bajo el nombre de reflexología, forma con la que se lo conoce hoy en día.

La ciencia detrás de la tradición

El Dr. Wilder Penfield (1891-1976) gracias a su trabajo en el campo de la neurología las terminaciones nerviosas y la relación que tienen estas con el cerebro, pudo determinar con qué intensidad llegaban esos impulsos eléctricos para interpretar las actividades motoras y sensitivas y ver si a través de estas se activaban algunas zonas en el cerebro. Concluyó su estudio disponiendo que la estimulación de puntos como los pies, eran capaces de “encender”, de forma general, la zona cortical sensitiva. A este mapa, se le conoce hoy en día como “Homúnculo de Penfield” y es de gran importancia en la reflexología.

Más recientemente, los científicos de la Universidad de Portsmouth en Inglaterra han conseguido demostrar científicamente que las personas que utilizaban la reflexología como método para aliviar sus dolencias, sufrían un 40% menos de dolor después del tratamiento reflexológico y su tolerancia a este era superior a la media en un 45% en un estudio llamado “La reflexología reduce el dolor”, publicado en 2013. Este revolucionario estudio causó gran conmoción en la comunidad científica.

No todo está en los pies

Aunque la reflexología podal sea la más conocida de todos los tipos de reflexología, hay otras partes del cuerpo que tienen gran protagonismo en estas terapias. En las manos, al igual que en los pies tenemos una gran cantidad de terminaciones nerviosas en las que se reflejan algunos órganos. Sin embargo, la reflexología en las manos está más centrada en calmar el dolor emocional y la reducción del estrés.

La cara, por el contrario, está estrechamente ligada con el sistema neuromotor, el vientre y los pulmones. En esta práctica se aplican pequeñas presiones por todo el rostro y el cráneo, que tiene más de 1.200 terminaciones nerviosas. Por último, la terapia más desconocida de todas es la reflexología auricular. El manejo de las orejas se utiliza como método analgésico, pero es un tratamiento prolongado en el tiempo.

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